2/12/10

CELEBRAR EL ADVIENTO EN FAMILIA



"Mediante el Evangelio, Juan Bautista sigue hablando a lo largo de los siglos a todas las generaciones. Sus palabras claras y duras resultan muy saludables para nosotros, hombres y mujeres de nuestro tiempo, en el que, por desgracia, también el modo de vivir y percibir la Navidad muy a menudo sufre las consecuencias de una mentalidad materialista. La "voz" del gran profeta nos pide que preparemos el camino del Señor que viene, en los desiertos de hoy, desiertos exteriores e interiores, sedientos del agua viva que es Cristo.

Que la Virgen María nos guíe a una auténtica conversión del corazón, a fin de que podamos realizar las opciones necesarias para sintonizar nuestra mentalidad con el Evangelio”.

BENEDICTO XVI,
Ángelus,  II Domingo de Adviento, 9 del XII de 2007



Para suscribirse a la oración en familia:



“CONVERTÍOS, EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA”



- SIGNO:

Corona de Adviento con 4 velas.


- INVOCACIÓN INICAL:

Lector: Este domingo, la Iglesia nos urge a prepararnos a recibir el Reino de Dios que viene. Juan Bautista nos ayuda con su llamada firme a la conversión. Escuchemos:


- LECTURA DE  LA PALABRA DE DIOS:

Del Evangelio según San Mateo (3, 1-12)

En el desierto de Judea Juan Bautista predicaba: «Convertíos,  el reino de los cielos está cerca Éste es el del que dijo Isaías, el profeta: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus sendas." Llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a ser bautizados les dijo: «¡Víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto de la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abraham es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles. El árbol que no da buen fruto se cortará y será echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»
CELEBRAR EL ADVIENTO
EN FAMILIA

II DOMINGO DE ADVIENTO

«¡Convertíos!
El Reino de Dios está cerca»

(Mt 3, 2)



Delegación de Familia
Diócesis de Getafe

CATEQUESIS:

En nuestro adviento de espera y conversión la Iglesia pone ante nuestros ojos el ejemplo y la predicación del Bautista. Su misión continúa hoy para los que esperamos el Reino de Dios, para aquellos que dormidos en el pecado no lo esperan, y para aquellos que todavía no lo han conocido. Nos pide allanar el camino al Señor, arrepentirnos de nuestros pecados y corregir las injusticias. Nos advierte de la justicia de Dios, que no puede aprobar el mal de los hombres y que nos juzgará según nuestros frutos. Nos pone en guardia contra el pecado de hipocresía, que nos hace sentirnos seguros por el mero hecho de pertenecer al pueblo de Dios. Eso no sirve si no damos "frutos dignos de conversión". Es una invitación urgente a abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios que viene a nosotros para manifestar  el juicio de Dios. Un juicio de perdón y de vida para quien arrepentido los quiera acoger, pero también de condenación para el que  rechace recibirlos. Hoy, en el presente, se juega nuestro destino futuro; con nuestro comportamiento concreto en esta vida decidimos nuestro destino eterno.

ORACIÓN:

Jesús, el Bautista nos llama hoy a tomarnos en serio la vida, a no jugar contigo, y a decidirnos a acoger tu amor, que nos trae el perdón y la conversión. En cada uno de nosotros, y en nuestra familia, hay deseos, actitudes y acciones egoístas incompatibles con nuestra vocación al amor. Queremos convertirnos a Ti, dar frutos de sinceridad. Pero somos débiles. ¡Ven, Señor! ¡Ayúdanos! ¡Cambia nuestro corazón! Que en nuestra oración personal y familiar, en la comunión y confesión frecuentes, encontremos fuerza para vencer el mal y estar preparados para tu venida. ¡Te esperamos! ¡No tardes!

Pueden hacerse algunas preces. Padre Nuestro.