14/10/10

Tomás cree. Juan 20, 19-29

          

                                                       Tomás cree
                                                    Juan 20, 19-29

Era el domingo por la tarde. Los discípulos de Jesús habían cerrado las puertas de la casa donde se encontraban porque tenían mucho miedo. Creían que también los matarían a ellos, al igual que a Jesús, porque eran sus amigos.
       De pronto Jesús se apareció en la habitación donde estaban reunidos.
"La paz esté con ustedes", les dijo.
Y les mostró las cicatrices de los clavos en sus manos y la herida de la lanza en su costado.
¡Los Apóstoles estaban muy contentos de volver a ver a Jesús!
"La paz esté con ustedes", dijo nuevamente. "El Padre me envió, y ahora yo los envío a ustedes".
Luego sopló sobre ellos y añadió:
"El Espíritu Santo está desde ahora con ustedes. A quienes ustedes perdonen sus pecados, se les perdonarán realmente".
            Jesús estaba dando a sus Apóstoles el poder de perdonar los pecados a través del sacramento de la Reconciliación. En este sacramento, nosotros confesamos nuestros pecados al sacerdote y él nos da el perdón de Dios.
Pero sucedió que uno de los Apóstoles, Tomás, no estaba con los demás cuando Jesús se les apareció. Los discípulos, muy emocionados, le contaron lo que había pasado. "¡Hemos visto a Jesús!".
Sin embargo, esto era demasiado maravilloso para que Tomás lo creyera. Y dijo: "Si no toco las marcas de los clavos en sus manos y no meto mi dedo en la herida de su costado, no podré creer que Jesús ha resucitado".
El domingo siguiente, los dicípulos de Jesús estaban reunidos en el mismo lugar.
Esta vez, Tomás estaba con ellos.
Nuevamente Jesús se apareció ante los Apóstoles y los saludó:
"La paz esté con ustedes".
Luego se acercó a Tomás y dijo:
"Toca mis manos y mete tu dedo en mi costado. No dudes más: ¡Cree!".
Tomás contempló a Jesús lleno de admiración. "¡Señor mío y Dios mío!", exclamó.
               Jesús dijo: "Ahora crees porque me has visto. Benditos aquellos que creerán en mí aunque nunca me hayan visto".
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Nosotros somos los que creemos en Jesús sin haberlo visto. Hemos recibido el don de la fe en el sacramento del Bautismo.
Y nuestra fe se hace más fuerte cuando conocemos mejor a Jesús y nos unimos a Él cuando rezamos.