11/10/10

Jesús y la mujer samaritana. Juan 4, 1-42

         

                                          Jesús y la mujer samaritana
                                                    Juan 4, 1-42

Un día, Jesús pasó por una región llamada Samaría y se detuvo cerca del puebo de Sicar. Sus discípulos fueron a comprar algo de comida. Era cerca del mediodía y Jesús estaba cansado de tanto caminar, de modo que se sentó a descansar al pie de un pozo que había en el pueblo. Una mujer se acercó a sacar agua, y Jesús le pidió un poco para beber.
                   La mujer estaba muy sorprendida. "Tú eres judío y yo soy samaritana", le dijo.
"¿Cómo puedes pedirme de beber?".
(Ella le dijo esto porque los judíos y los samaritanos no se hablaban entre ellos).
Jesús le respondió: "Si conocieras cuál es el gran don de Dios, y si supieras quién es el que te pide un poco de agua, serías tú quien me pediría de beber, y yo te daría el agua de la vida".
"Pero, señor", dijo ella, "¡tú ni siquiera tienes un cántaro! ¡Cómo vas a sacar agua de este pozo?". Jesús le explicó: "Todo el que beba el agua de este pozo volverá a tener sed. Pero el que beba el agua que yo le daré nunca más tendrá sed. El agua que yo le daré será como una fuente en el corazón, de la cual brotará el agua par ala Vida eterna".
                  Entonces, la mujer pidió a Jesús: "Dame de esa agua, así ya no volveré a tener sed y no tendré que regresar a este pozo". Jesús le dijo: "Anda, busca a tu esposo y dile que venga". "No tengo esposo", respondió la mujer. "Tienes razón", agregó Jesús. "En realidad tuviste cinco maridos, y no estás casada con el hombre con quien vives ahora".
"Señor", exclamó la mujer, "realmente veo que eres un hombre de Dios. Sé que tiene que venir un salvador. Cuando él llegue nos enseñará todo".
Jesús repuso: "El Salvador soy yo, con quien estás hablando".
La mujer dejó su jarra de agua junto al pozo y volvió al pueblo. Llamó a toda la gente y comenzó a exclamar: "Vengan conmigo y les mostrarçe aun hombre que me ha dicho todo lo que yo hice en mi vida! ¡Puede ser el Mesías!".
Entonces, todos los pobladores se acercaron a la fuente para conocer a Jesús.
En aquel momento, los discípulos de Jesús llegaron al lugar y le ofrecieron  algo para comer.Pero Él les dijo: "Yo tengo un alimento que ustedesno conocen". "¿Es que alguien ya te trajo de comer?"; preguntaron los Apóstoles.
"No", sonrió Jesús. "Mi comida es cumplir la voluntad d emi Padre Dios y hacer lo que Él me pide".
Jesús y los discípulos se quedaron en Samaría durante dos días. Jesús enseñó muchas cosas a la gente y todos creyeron en Él, porque se dieron cuenta de que realmente era el Salvador prometido desde hacía mucho tiempo.

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El agua viva de la que habla Jesús es el don de la gracia, que es la vida de Dios en nosotros. El Espíritu Santo nos regala este don para qu enos convirtamos en hijos de Dios. La gracia nos ayuda a vivir amando siempre, a ser verdaderos amgios y discípulos