En cierta ocasión, mientras Jesús estaba enseñando, algunas mujeres le trajeron a sus bebés y niños pequeños. Ellas querían que Jesús acariciara y bendijera a los niños.
Los discípulos vieron a los niños que se acercaban y creyeron que eso no estaba bien. Pensaron que era más importante que jesús hablara a los adultos y respondiera sus preguntas. También creyeron que Jesús estaba demasiado ocupado enseñando como para ser molestado por unos niños. Entonces comenzaron a decir a los pequeños que se fueran de allí. Y pidieron a sus madres que se los llevaran.
Pero Jesús llamó a los niños. "Dejen que ellos vengan a mí", dijo. "¡No los alejen!". Los niños rodearon a Jesús; Él les sonreía, les acariciaba sus cabezas y los bendecía.
"El reino de los Cielos pertenece a los que son como estos niños. Si no aceptan el reino de Dios como un niño, no podrán entrar en él"
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Jesús nos dio una lección muy importante cuando bendijo a esos niños.
Nos enseñó que todos, incluso los adultos, tienen que convertirse en niños para ser sus verdaderos discípulos. Tenemos que confiar en Dios y obedecerle como los pequeños obe3decen y confían en sus padres.
No tenemos que preocuparnos tanto por sermás importantes que los demás. Lo que debemos hacer es amar a Dios, nuestro Padre, tanto como un niño pequeño ama a su mamá o a su papá.
