14/10/10

Jesús es juzgado. Mateo, 27, 11-34

                  

                                            Jesús es juzgado
                                           Mateo 27, 11-34

Muy temprano en la mañana, el sumo sacerdote y algunos otros líderes judíos trajeron a Jesús ante Poncio Pilato, el gobernador romano. Pilato preguntó a Jesús: "¿Tú eres el rey de los judíos?":
Jesús respondió: " Tú lo has dicho".
Después de decir esto, Jesús no respondió ninguna otra pregunta.
Cada año, para la fiesta de la Pascua, existía la costumbre de soltar a un prisionero. Pilato pensó9 que podía ofrecer la liberación de Jesús a la muchedumbre. Pero en lugar de pedir a Jesús, la multitud eligió a un peligroso delincuente llamado Barrabás.
"Entonces, ¿qué debo hacer con Jesús?", preguntó Pilato.
"¡Crucifícalo!", gritaron todos.
"¿Qué mal ha hecho?", volvió a preguntar Pilato.
Pero la multitud estaba cada vez más furiosa, y todos gritaban más fuerte: "¡Crucifícalo!".
Pilato tenía miedo de que la furiosa muchedumbre le causara algún problema si no aceptaba  lo que le pedía. Lavó sus manos en un recipiente con agua, para demostrar que él no sería responsable por la muerte de Jesús, y luego dijo a sus soldados que lo crucificaran.
Primero ataron a Jesús a un poste y lo azotaron. Luego, los soldados romanos le quitaron su túnica y le pusieron un manto rojo sobre los h9ombros. Hicieron una corona con ramas cubiertas de espinas y se la colocaron sobre la cabeza. Después pusieron una rama larga en su mano, como si fuera un cetro, y fingieron rendirle los honores de un rey, a modo de burla. Se arrodillaban frente a Jesús, le gritaban:
"¡Gloria al rey de los judíos!" y le escupían la cara.
            Cuando terminaron de burlarse, los soldados vistieron a Jesús nuevamente con sus ropas y se lo llevaron para crucificarlo.