11/10/10
La hija de Jairo. Marcos 5, 21-43
La hija de Jairo
Marcos 5, 21-43
Cuando Jesús y sus discípulos regresaron cruzando el lago, se encontraron con una gran cantidad de gente que los esperaba.
Un hombre llamado Jairo se abrió paso entre la multitud. Era el jefe de la sinagoga (el lugar donde los judíos se reunían para rezar). Jairo se arrodilló frent a Jesús y le suplicó: "Mi pequeña hijita está muy enferma. ¡Por favor, ven conmikgo, tócala y dale tu bendición, para que pueda curarse!". Y Jesús fue con Jairo a su casa. Una gran muchedumbre los seguía, empujándose unos a otros para tratar de estar lo más cerca posible de Jesús.
Entre la gente había una mujer que había estado enferma durante mucho tiempo. Los médicos habían tratado de curarla, per nada había funcionado. Entonces, ella pensó: "Si puedo acercarme a Jesús y tocar su manto, quedaré curada". De manbera que se metió en tre las personas y pudo tocar el borde del manto de Jesús.
¡En ese instante se curó!
Jesús sintió que el poder de la curación salía de él y dándose vuelta pregunto: "¿Quién tocó mi manto?". Sus discípulos dijeron: "Señor, ¿cómo puedes preguntar eso? ¡Mira cuánta gente está empujándonos!". Pero Jesús continuó mirando hacia donde estaba la mujer a la que había sandao.
La mujer se acercó y se arrodilló frente a Jesús. Estaba temblando. "Toqué tu manto y mi enfermedad desapareció", respondió, muy nerviosa. Jesús sonrió y le dijo: "Hija mía, tu fe te ha curado. Vete en paz. Ya no estas enferma".
En ese mismo momento, algunas personas llegaron desde la casa del jefe de la sinagoga. "Tu hija acaba de morir", dijern a Jairo. "No es necesario que Jesús venga a tu casa". Pero Jesús le dijo: "No tengas miedo. Debes tener fe". Entonces Él dejó a la multitud y se dirigió a la casa de Jairo, junto con Pedro, Santiago y Juan.
Cuando llegaron, la familia y los amigos del jefe de la sinagoga lloraban amargamente porque la niña hábía muerto. Pero Jesús les dijo: "¡Dejen de llorar! La niña no está muerta; sólo duerme". Entonces la gente comenzó a burlarse de Jesús, pero Él les dijo que esperaran afuera. y entró a la habitación de la niña acompañado de los padres de ésta, de Peedro, Santiago y Juan.
Jesús tomó la mano de la niña y le dijo: "Pequeña, ¡levántate!". La muchachita abrió los ojos y se levantó de la cama. ¡Sus padres estaban admirados y felices!"No le cuenten a los demás lo que acaba de suceder aquí", djo Jesús a los padres de la pequeña. "Ahora, denle algo de comer".