14/12/10

Oración en familia


“María, su madre, estaba desposada con José
y, antes de vivir juntos, resultó que ella
esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.".

(San Mateo 1, 18)




DIOS RESPONDE A LA ORACIÓN DE JOSÉ

“Se le apareció en sueños un ángel del Señor.
Le dijo: -«José, hijo de David,
no temas llevarte a María, tu mujer.
La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, pues salvará al pueblo de los pecados.»”

(San Mateo 1, 20)


JOSÉ OBEDECE A DIOS
Y RECIBE A MARÍA EN SU CASA
Cuando José se despertó,
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
y se llevó a casa a su mujer.

(San Mateo 1, 24)

ORACION DE ESTE PRÓXIMO IV DOMINGO DE ADVIENTO, 19 de diciembre

Querida familia: Os envío la oración del próximo domingo 19 de diciembre, IV Domingo de Adviento. Aprovechad esta semana para preparar vuestra confesión sacramental, sacramento de la conversión en el que el Señor nos regala el don de la conversión y la paz que celebraremos en la Navidad. Será nuestra respuesta sacramental a la llamada que la Iglesia nos ha hecho durante estas semanas a prepararnos a la venida del Señor, escuchando la llamada urgente a la conversión de Juan Bautista y presentandonos el modelo de santidad y fidelidad de María y de José. En el camino del amor, nunca hemos llegado al final. Todos estamos en camino, necesitados de la gracia de Cristo, que nos ofrece en la oración y los sacramentos. ¡Qué gozada saber que Dios ha provisto ya el remedio de nuestra fragilidad! Que Dios os bendiga: Álvaro Cárdenas, sacerdote

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Alvaro Cárdenas, sacerdote
Parroquia de San José
C/ Terreros, 8
28320 PINTO (MADRID)



"No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los hombres lo que gratuitamente hemos recibido de Dios. No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad, que ya experimentamos anticipadamente, al llenarnos de esperanza, nos impulsa al mismo tiempo a anunciar a todos la presencia de Dios en medio de nosotros.

La Virgen María, que no comunicó al mundo una idea, sino a Jesús mismo, el Verbo encarnado, es modelo incomparable de evangelización. Invoquémosla con confianza, para que la Iglesia anuncie también en nuestro tiempo a Cristo Salvador. Que cada cristiano y cada comunidad experimenten la alegría de compartir  con los demás la buena nueva de que Dios "tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo unigénito para que el mundo se salve por medio de él" (Jn 3, 16-17). Este es el auténtico sentido de la Navidad, que debemos siempre redescubrir y vivir intensamente”.

BENEDICTO XVI,
Ángelus, IV Domingo de Adviento, 23 del XII de 2007



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CELEBRAR EL ADVIENTO
EN FAMILIA

IV DOMINGO DE ADVIENTO

«Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado
el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer»

(Mt 1, 24)




Delegación de Familia
Diócesis de Getafe

13/12/10

III DOMINGO DE ADVIENTO

"La alegría cristiana brota de esta certeza: Dios está cerca, está conmigo, está con nosotros, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, como amigo y esposo fiel. Y esta alegría permanece también en la prueba, incluso en el sufrimiento; y no está en la superficie, sino en lo más profundo de la persona que se encomienda a Dios y confía en él.

Algunos se preguntan: ¿también hoy es posible esta alegría? La respuesta la dan, con su vida, hombres y mujeres de toda edad y condición social, felices de consagrar su existencia a los demás. En nuestros tiempos, la beata madre Teresa de Calcuta fue testigo inolvidable de la verdadera alegría evangélica. Vivía diariamente en contacto con la miseria, con la degradación humana, con la muerte. Su alma experimentó la prueba de la noche oscura de la fe y, sin embargo, regaló a todos la sonrisa de Dios.

BENEDICTO XVI,
Ángelus del III Domingo de Adviento, 16 de XII de 2007



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CELEBRAR EL ADVIENTO
EN FAMILIA

III DOMINGO DE ADVIENTO











«¡Estad siempre alegres en el Señor!
¡El Señor está cerca!»
(Flp., 4, 4-5)

D

¿HEMOS DE ESPERAR OTRO SALVADOR
DISTINTO DE CRISTO?


“Juan, que había oído en la cárcel
las obras del Mesías,
le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
- «¿Eres tú el que ha de venir
o tenemos que esperar a otro?» ".

(San Mateo 11, 2)
elegación de Familia
SÓLO JESÚS
ES EL SALVADOR DEL MUNDO

Diócesis de Getafe
“Anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, los sordos oyen;
los muertos resucitan,
y a los pobres se les anuncia el Evangelio”

(San Mateo 11, 3)
ESTATE PREPARADO
¡EL SEÑOR ESTÁ AL LLEGAR!
Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti."

(San Mateo 11, 10)

2/12/10

Una llamada Urgente:


UNA LLAMADA URGENTE: “CONVERTÍOS”
LA RAZÓN: “EL REINO DE DIOS ESTÁ AL LLEGAR”


En el desierto de Judea
Juan Bautista predicaba:
«Convertíos,  el reino de los cielos está cerca".

(San Mateo 3, 1)

PREPARAD EL CAMINO AL SEÑOR,
¡NO ENCUENTRE OBSTÁCULO EN NOSOTROS!

Una voz grita en el desierto:
"Preparad el camino del Señor,
allanad sus sendas

(San Mateo 3, 2)

CONFESIÓN DE LOS PECADOS 
Y ESFUERZO POR VIVIR UNA VIDA NUEVA


Acudía a él toda la gente de Jerusalén,
de Judea y del valle del Jordán;
confesaban sus pecados; y él los bautizaba

(San Mateo 3, 5)

CELEBRAR EL ADVIENTO EN FAMILIA



"Mediante el Evangelio, Juan Bautista sigue hablando a lo largo de los siglos a todas las generaciones. Sus palabras claras y duras resultan muy saludables para nosotros, hombres y mujeres de nuestro tiempo, en el que, por desgracia, también el modo de vivir y percibir la Navidad muy a menudo sufre las consecuencias de una mentalidad materialista. La "voz" del gran profeta nos pide que preparemos el camino del Señor que viene, en los desiertos de hoy, desiertos exteriores e interiores, sedientos del agua viva que es Cristo.

Que la Virgen María nos guíe a una auténtica conversión del corazón, a fin de que podamos realizar las opciones necesarias para sintonizar nuestra mentalidad con el Evangelio”.

BENEDICTO XVI,
Ángelus,  II Domingo de Adviento, 9 del XII de 2007



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“CONVERTÍOS, EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA”



- SIGNO:

Corona de Adviento con 4 velas.


- INVOCACIÓN INICAL:

Lector: Este domingo, la Iglesia nos urge a prepararnos a recibir el Reino de Dios que viene. Juan Bautista nos ayuda con su llamada firme a la conversión. Escuchemos:


- LECTURA DE  LA PALABRA DE DIOS:

Del Evangelio según San Mateo (3, 1-12)

En el desierto de Judea Juan Bautista predicaba: «Convertíos,  el reino de los cielos está cerca Éste es el del que dijo Isaías, el profeta: «Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus sendas." Llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a ser bautizados les dijo: «¡Víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto de la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abraham es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abraham de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles. El árbol que no da buen fruto se cortará y será echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»
CELEBRAR EL ADVIENTO
EN FAMILIA

II DOMINGO DE ADVIENTO

«¡Convertíos!
El Reino de Dios está cerca»

(Mt 3, 2)



Delegación de Familia
Diócesis de Getafe

CATEQUESIS:

En nuestro adviento de espera y conversión la Iglesia pone ante nuestros ojos el ejemplo y la predicación del Bautista. Su misión continúa hoy para los que esperamos el Reino de Dios, para aquellos que dormidos en el pecado no lo esperan, y para aquellos que todavía no lo han conocido. Nos pide allanar el camino al Señor, arrepentirnos de nuestros pecados y corregir las injusticias. Nos advierte de la justicia de Dios, que no puede aprobar el mal de los hombres y que nos juzgará según nuestros frutos. Nos pone en guardia contra el pecado de hipocresía, que nos hace sentirnos seguros por el mero hecho de pertenecer al pueblo de Dios. Eso no sirve si no damos "frutos dignos de conversión". Es una invitación urgente a abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios que viene a nosotros para manifestar  el juicio de Dios. Un juicio de perdón y de vida para quien arrepentido los quiera acoger, pero también de condenación para el que  rechace recibirlos. Hoy, en el presente, se juega nuestro destino futuro; con nuestro comportamiento concreto en esta vida decidimos nuestro destino eterno.

ORACIÓN:

Jesús, el Bautista nos llama hoy a tomarnos en serio la vida, a no jugar contigo, y a decidirnos a acoger tu amor, que nos trae el perdón y la conversión. En cada uno de nosotros, y en nuestra familia, hay deseos, actitudes y acciones egoístas incompatibles con nuestra vocación al amor. Queremos convertirnos a Ti, dar frutos de sinceridad. Pero somos débiles. ¡Ven, Señor! ¡Ayúdanos! ¡Cambia nuestro corazón! Que en nuestra oración personal y familiar, en la comunión y confesión frecuentes, encontremos fuerza para vencer el mal y estar preparados para tu venida. ¡Te esperamos! ¡No tardes!

Pueden hacerse algunas preces. Padre Nuestro.

16/10/10

2.tema catequesis cuento final.

    

   Desde el momento en que, esta mañana,se abrieron mis ojos, mi vista, como si fuera una cámara de cine, ha recogido un montón de imágenes. Algunas cosas se han grabado de tal modo en la película de mi memoria que, si cierro los ojos, puedo volver a verlas. En estas imágenes hay de todo: desde el lazo del cordón de mi zapato hasta la sonrisa de mamá en el espejo del cuarto de baño.
                   Es enorme la cantidad de cosas que veo y oigo a lo largo de un día.
A veces me detengo un instante y me digo: <<¡Anda, qué música más bonita...!>> <<¡cómo me gusta esa flor...!>>, o bien <<¡qué bonito lo que ha hecho ese!>>.
Lo que acabo de ver, lo que acabo de oír, ¡es hermoso!
Ante algo que es hermoso siempre me quedo un poco asombrado y hasta maravillado.
Descubrir algo hermoso a lo largo del día es como una sorpresa agradable.

Admirar lo hermoso es contemplar.
Admirar lo hermoso es una manera de rezar.

14/10/10

Mi librito deCatequesis

Al final de nuestro Blog encontrarás el librito que puedes copiar y guardar en tu pc
También puedes ver Videos que hemos seleccionado especialmente para que puedas trabajar con tus hijos o alumnos de Catequesis
Consultas técnicas al correo tallervidaplena@live.cl


"Yo volveré pronto" Apocalipsis 22

                

                                                  "Yo volveré pronto"
                                                        Apocalipsis 22

En el final de la Biblia, Jesús nos dice: "Yo volveré pronto y daré a cada uno la recompensa que merezca. Yo soy el Principio y el Fin, soy la Estrella brillante de la mañana. Yo daré agua viva a todo el que me la pida".


                             ¡VEN, SEÑOR JESÚS!

La venida del Espíritu Santo Hechos 2

                
                                           La venida del Espíritu Santo
                                                          Hechos 2

Los Apóstoles esperaron y oraron junto a María, en las habitaciones superiores de la casa, durante diez días.
En un día especial, ¡algo maravilloso sucedió! Ese día tan importante era Pentecostés.
Una fiesta en la que cada año, el pueblo judío daba gracias a Dios por las cosechas.
También recordaba el momento en que Dios les había entreado los Diez Mandamientos.
              Ahora, en este Pentecostés especial, un fuerte viento sopló en toda la casa.
Llamas de fuego aparecieron sobre la cabeza de cada uno de los discípulos de Jesús.
Y entonces comenzaron a alabar a Dios en diferentes idiomas. ¡El Espíritu Santo había descendiddo sobre ellos!
Muchos judíos provenientes de distintos países estaban de visita en Jerusalén y oyeron a los Apóstoles que alababan a Dios en sus propios idiomas. Supieron que algo maravilloso estaba sucediendo, pero no poidían entender de qué se trataba.
                   Pedro habló entonces a la multitud. "Pueblo de Israel, ¡escúchame! Jesús es el enviado de Dios. Él hizo muchos milagros para demostrarlo. Fue condenado a muerte en la cruz, pero Dios lo resucitó de la muerte.
Ahora estamos aquí para contarles todo acerca de jesús. ¡Él acaba de enviar su  Espíritu Santo sobre nosotros! Ustedes deben creer que Jesús es el Señor. Él es el Salvador enviado por Dios".
               Muchas personas creyeron en las palabras de Pedro. Cerca de trescientas se bautizaron ese día. Ese fue el comienzo de la Iglesia. Los creyentes aprendieron muchas cosas de Jesús a través de los Apóstoles.
                 Rezaban juntos y celebraban la Eucaristía. Vivían en comunidad, ayudándose unos a otros, y cada día se les unían más y más personas.
Pedro y los demás Apóstoles ya no tuvieron miedo de que los reconocieran como seguidores de Jesús. Comenzaron a predicar acerca de él e hicieron muchos milagros en su nombre. A pesar de que los líderes religiosos intentaron detenerlos, ellos continuaron enseñando la Palabra de Jesús a todos los que quisieran escucharlos. El Espíritu Santo oos había hecho muy valientes.
En la ciudad vivía un  hombre que se llamaba Ananías. Jesús se le apareció yle dijo que debía ir a la casa donde se alojaba Saulo. Jesús dijo a Ananías: "Yo lo he elegido para que anuncie mi Palabra a todas las naciones".
               Ananías obedeció, fue a buscar a Saulo y cuando lo encontró le dijo: "Hermano Saulo, Jesús me envió para ayudarte a recuperar la vista". Entonces Saulo volvió a ver. Fue bautizado y se llenó del Espíritu Santo.
Saulo aprendió sobre Jesús a través de los miembros de la Iglesia de Damasco. Y luego empezó a contar a otras personas que Jesús era el Hijo de Dios. Pasó el resto de su vida viajando a lugares lejanos para anunciar a la gente el mensaje de Jesús.
Usaba el nombre romano "Pablo", porque la mayoría de las personas a las que predicaba eran griegas o romanas.
Gracias a Pablo, muchas personas que ni siquiera eran judías pudieron conocer a Jesús.
Pablo dio su vida por Jesús.
Y nosotros lo llamamos "san Pablo". También podemos leer en la Biblia algunas de las cartas que escribió. Las cartas de san Pablo también nos enseñan a ser fieles seguidores de Jesús.

Jesús regresa al Padre Hechos 1, 1-14

                

                                               Jesús regresa al Padre
                                                    Hechos 1, 1-14

Jesús se apareció muchas veces a sus discípulos durante cuarenta días después de su resurrección, para que ellos pudieran estar seguros de que verdaderamente estaba vivo. La última vez que se les apareció, les dijo: "Quédense en Jerusalén. Dentro de unos días yo les enviaré el Espíritu Santo, tal como lo prometió mi Padre. Entonces tendrán el valor de enseñar mi Palabra almundo entero".
               Tan pronto como terminó de hablar, Jesús fue elevado al cielo en una nube.
Los Apóstoles se quedaron contemplándolo hasta que  ya no pudieron verlo más.
              De repente, dos ángeles aparecieron delante de ellos. "¿Por qué miran al cielo?", preguntaron. "Jesús regresará, de la misma manera que subió al cielo".
               Los Apóstoles volvieron a la ciudad. Subieron a las habitaciones superiores de la casa donde se alojaban y allí se quedaron, a la espera de la venida del Espíritu Santo, como Jesús les había dicho que hicieran. Los Apóstoles pasaban los días rezando juntos con María, la madre de Jesús.

Pedro, jefe de la Iglesia Juan 21, 1-19

                       

                                     Pedro, jefe de la Iglesia
                                              Juan 21, 1-19

Una tarde, Pedro y los demás Apóstoles se encontraban cerca del lago de Galilea. "Voy a pescar", dijo Pedro. Los otros decidieron acompañarlo. Estuvieron pescando toda la noche, pero no pudieron arapar un solo pez.
Al amanecer, vieron a un hombre de pie en la orilla. "¿Pescaron algo?", les preguntó. "no, nada", respondieron.
"Echen la red a la derecha de la barca", les dijo el hombre.
"sí pescarán algo".
 Ellos hicieron lo que el hombre les dijo, ¡y la red sellenó tanto de peces que casi no podían subirla a la barca! Entonces, el discípulo que Jesús amaba gritó a Pedro:
"¡Es Jesús!": Cuando Pedro oyó esto, saltó al agua y trató de alcanzar la orilla. Los otros lo siguieron en la barca. Pedro subió nuevamente a la barca y ayudó a arrastrar la red llena de peces hasta la playa.
                      Jesús había encendido un fuego que ardía en la playa.
Estaba asando algunos pescados.
También había pan. Todos comieron juntos.
Entonces, Jesús preguntó a Pedro: "¿Me amas más que los otros ?".
Pedro respondió:
"Sí, Señor, tú sabes que te amo". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Luego le preguntó nuevamente: "¿Me amas?".
Una vez más, Pedro respondió: "Si, Señor, tú sabes que te amo".
"Cuida a mis ovejas", le pidió Jesús. Por tercera vez preguntó a Pedro: "¿Me amas?":
Pedro exclamó: ¿Señor, tú lo sabes todo. ¡Por supuesto que sabes que te amo!".
"Cuida a mis ovejas", volvió a pedir Jesus.

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Jesús ya estaba listo para regresar con Dios, su Padre. Muy pronto enviaría a sus Apóstoles a enseñar todo lo que habían aprendido de Él. Este sería el comienzo de la Iglesia. Jesús eligió a Pedro para ser el jefe de la Iglesia, como el pastor que cuida y protege a su rebaño.
Nosotros sabemos que el pastor de la Iglesia es el Papa. El Santo Padre vive en Roma, pero cuida a todos los discípulos de Jesús dispersos por el mundo entero.
Nosotros tenemos que rezar por el Papa y pedirle a Jesús que lo proteja y le dé el valor y la fuerza que necesita para realizar su importante misíón

Tomás cree. Juan 20, 19-29

          

                                                       Tomás cree
                                                    Juan 20, 19-29

Era el domingo por la tarde. Los discípulos de Jesús habían cerrado las puertas de la casa donde se encontraban porque tenían mucho miedo. Creían que también los matarían a ellos, al igual que a Jesús, porque eran sus amigos.
       De pronto Jesús se apareció en la habitación donde estaban reunidos.
"La paz esté con ustedes", les dijo.
Y les mostró las cicatrices de los clavos en sus manos y la herida de la lanza en su costado.
¡Los Apóstoles estaban muy contentos de volver a ver a Jesús!
"La paz esté con ustedes", dijo nuevamente. "El Padre me envió, y ahora yo los envío a ustedes".
Luego sopló sobre ellos y añadió:
"El Espíritu Santo está desde ahora con ustedes. A quienes ustedes perdonen sus pecados, se les perdonarán realmente".
            Jesús estaba dando a sus Apóstoles el poder de perdonar los pecados a través del sacramento de la Reconciliación. En este sacramento, nosotros confesamos nuestros pecados al sacerdote y él nos da el perdón de Dios.
Pero sucedió que uno de los Apóstoles, Tomás, no estaba con los demás cuando Jesús se les apareció. Los discípulos, muy emocionados, le contaron lo que había pasado. "¡Hemos visto a Jesús!".
Sin embargo, esto era demasiado maravilloso para que Tomás lo creyera. Y dijo: "Si no toco las marcas de los clavos en sus manos y no meto mi dedo en la herida de su costado, no podré creer que Jesús ha resucitado".
El domingo siguiente, los dicípulos de Jesús estaban reunidos en el mismo lugar.
Esta vez, Tomás estaba con ellos.
Nuevamente Jesús se apareció ante los Apóstoles y los saludó:
"La paz esté con ustedes".
Luego se acercó a Tomás y dijo:
"Toca mis manos y mete tu dedo en mi costado. No dudes más: ¡Cree!".
Tomás contempló a Jesús lleno de admiración. "¡Señor mío y Dios mío!", exclamó.
               Jesús dijo: "Ahora crees porque me has visto. Benditos aquellos que creerán en mí aunque nunca me hayan visto".
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Nosotros somos los que creemos en Jesús sin haberlo visto. Hemos recibido el don de la fe en el sacramento del Bautismo.
Y nuestra fe se hace más fuerte cuando conocemos mejor a Jesús y nos unimos a Él cuando rezamos.
       

¡Jesús ha resucitado! .Juan 20,1-18

                          

                                   ¡Jesús ha resucitado!
                                       Juan 20,1-18

Muy temprano, el domingo por la mañana, María Magdalena fue a la tumba de Jesús. Ella era su fiel seguidora. Lo había visto morir en la cruz y ahora quería llorar frente a su tumba. Sin embargo, cuando María llegó allí, ¡se dio cuenta de que la piedra que tapaba la entrada del sepulcro estaba movida!
            Entonces corrió a contar esto a Pedro y a otro discípulo de Jesús.
Pedro y el otro discípulo fueron a ver lo que sucedía. Cuando llegaron a la tumba, Pedro entró primero y vio la sábana donde habían envuelto a Jesús, pero él no estaba. Entonces también llegó el otro discípulo. Tan pronto como vio la sábana, comprendió que Jesús realmente había resucitado.
             Después que se marcharon, María Magdalena miró dentro del sepulcro. Entonces vio a dos ángeles vestidos con túnicas brillantes. "¿Por qué lloras?", le preguntaron ellos.
          "Alguien se llevó el cuerpo de mi Señor, y no sé dónde lo ha puesto", se lamentó. Entonces María se volvió y vio a Jesús, de pie, frente a ella, pero no reconoció su cuerpo resucitado.
     "¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?", preguntó Jesús.
María creyó que Jesús era un jardinero y le supicó: "¡Por favor, señor, si tú te lo has llevado, dime dónde puedo encontrarlo!".
Entonces Jesús la llamó por su nombre: "¡María!
2: En ese momento, ella lo reconoció.
"¡Maestro!", exclamó. Jesús le dijo: "Ve y dile a los otros que yo regreso con mi Padre".
María corrió a donde estaban los discípulos de Jesús y les contó todo lo que había sucedido.

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La resurrección es, para nosotros, el momento en que Jesús regresa de la muerte.
Esta es la prueba de que Jesús es realmente el Hijo de Dios. Gracias a la resurrección sabemos que podemos creer todo lo que Jesús nos enseñó. Jesús es nuestro Camino para llegar al Padre. Él es la Verdad en la que debemos creer. Él es la Vida, que nos regala la gracia para que podamos vivir como Él vivió.

Jesús muere en la cruz. Lucas 23, 23-56

       

                                                  Jesús muere en la cruz
                                                      Lucas 23,23-56

Los soldados romanos se llevaron a Jesús y lo obligaron a caminar desde la ciudad hasta el lugar donde sería crucificado. Como Jesús se sentía muy débil, los soldados hicieron que un hombre, llamado Simón, lo ayudara y cargar con su cruz.
           Mucha gente se había reunido para ver morir a Jesús. Entre la multitud había algunas mujeres que sentían mucha compasión por Jesús y lloraban por Él. Pero Jesús les dijo: "Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren por ustedes y por sus hijos". Jesús decía esto porque sabía que vendrían tiempos muy difíciles para la ciudad de Jerusalén.
Jesús fue llevado a un lugar llamado "Calvario", junto a dos criminales que también iban a ser crucificados. Los soldados le quitaron su túnica y lo crucificaron, y luego alzaron la cruz para que todos pudieran verlo. También crucificaron a los dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús.
Por último, jugaron a los dados para ver quién iba a quedarse con la túnica.
También clavaron una inscripción sobre la cruz de Jesús, donde se explicaba el motivo por el cual Jesús había sido crucificado. La leyenda decía: "Este es el rey de los judíos".
La gente leía la inscripción y se burlaba de Jesús. "Si eres el rey de los judíos, ¡entonces sálvate!". Y todos se reían.
                                Uno de los criminales crucificados junto a Jesús, furioso, le gritó: "Yo creí que tú eras el Salvador! ¿Por qué no nos salvas?":
Pero el otro criminal le dijo: "¿No tienes temor de Dios? Después de todo, nosotros merecemos nuestro castigo. Pero este hombre es inocente".
Luego miró a Jesús y le suplicó: "Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino".
     Jesús le respondió: "Yo te prometo que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso".
           Cerca del mediodía, el cielo se oscureció durante tres horas.
En el Templo, el velo del santuario se rasgó por la mitad. Entonces, Jesús gritó muy fuerte:"¡Padre! ¡En tus manos entrego mi espíritu!". Y luego murió.
Un soldado que estaba mirando lo que sucedía dijo para sí mismo: "¡Verdaderamente, este hombre era inocente!".
Un miembro del Sanedrín llamado José pidió a Pilato si podía bajar de la cruz el cuerpo de Jesús. Lo envolvió en una sábana muy fina y lo enterró en un sepulcro nuevo excavado en una roca. El sol ya se ocultabva y estaba por comenzar el Sabbath (el día sábado). Nadie podía realizar ningún trabajo ese día.
Algunas mujeres que querían mucho a Jesús obervaban todo desde lejos y decidieron regresar al sepulcro luego del sábado. Querían traer perfumes y aceites para cuidar el cuerpo de Jesús.

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Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre. Porque es verdadero hombre, sufrió realmente y murió.
Porque es Dios, sus sufrimientos y su muerte sirvieron para redimir todos los pecados de la humanidad.
Por eso llamamos a Jesús nuestro Salvador.

Jesús es juzgado. Mateo, 27, 11-34

                  

                                            Jesús es juzgado
                                           Mateo 27, 11-34

Muy temprano en la mañana, el sumo sacerdote y algunos otros líderes judíos trajeron a Jesús ante Poncio Pilato, el gobernador romano. Pilato preguntó a Jesús: "¿Tú eres el rey de los judíos?":
Jesús respondió: " Tú lo has dicho".
Después de decir esto, Jesús no respondió ninguna otra pregunta.
Cada año, para la fiesta de la Pascua, existía la costumbre de soltar a un prisionero. Pilato pensó9 que podía ofrecer la liberación de Jesús a la muchedumbre. Pero en lugar de pedir a Jesús, la multitud eligió a un peligroso delincuente llamado Barrabás.
"Entonces, ¿qué debo hacer con Jesús?", preguntó Pilato.
"¡Crucifícalo!", gritaron todos.
"¿Qué mal ha hecho?", volvió a preguntar Pilato.
Pero la multitud estaba cada vez más furiosa, y todos gritaban más fuerte: "¡Crucifícalo!".
Pilato tenía miedo de que la furiosa muchedumbre le causara algún problema si no aceptaba  lo que le pedía. Lavó sus manos en un recipiente con agua, para demostrar que él no sería responsable por la muerte de Jesús, y luego dijo a sus soldados que lo crucificaran.
Primero ataron a Jesús a un poste y lo azotaron. Luego, los soldados romanos le quitaron su túnica y le pusieron un manto rojo sobre los h9ombros. Hicieron una corona con ramas cubiertas de espinas y se la colocaron sobre la cabeza. Después pusieron una rama larga en su mano, como si fuera un cetro, y fingieron rendirle los honores de un rey, a modo de burla. Se arrodillaban frente a Jesús, le gritaban:
"¡Gloria al rey de los judíos!" y le escupían la cara.
            Cuando terminaron de burlarse, los soldados vistieron a Jesús nuevamente con sus ropas y se lo llevaron para crucificarlo.